martes, 5 de mayo de 2015

"La docencia como figura de la amistad" Darío Sztajnszrajber


En la conferencia “La docencia como figura de la amistad”, organizada por Nuestra Escuela – Programa Nacional de Formación Permanente, en el marco del III Encuentro Nacional de Capacitadores realizado en junio de 2014,  Darío Sztajnszrajber se pregunta sobre el vínculo entre docentes y alumnos.

Este interrogante le surge como consecuencia de la lectura de una nota publicada en uno de los diarios más importantes del país, en la que se cuestionaba a una Directora de Nivel Secundario que compartió la vuelta olímpica con los alumnos de quinto año de la Institución de la que forma parte.  En el artículo se plantea una supuesta pérdida de límites y respeto entre los diferentes actores de esta relación.

Darío apela a las ideas que tiene la mayoría de la gente sobre el vínculo entre docentes y alumnos, comparándolo con el del médico y su paciente. En cualquiera de los dos casos antes mencionados, se trata de una relación en la que uno de los participantes  posee un lugar de hegemonía sobre otro considerado más débil, y en la que se supondría no podrían incluirse el afecto, la emoción y la amistad.

El alumno para el docente es “otro” constituido desde un lugar de poder.  Estos actores se relacionan en un lugar extraño y propio: el aula.  Es el docente el que ejerce poder sobre el otro porque es considerado una autoridad, con la facultad de evaluar.

Como consecuencia de la noticia publicada a la que se refiere el filósofo en el comienzo de la charla, el periodismo se encargó de difundir la siguiente pregunta: “¿Un docente puede ser amigo de sus alumnos?”

A lo largo de la conferencia, y pasando por distintos autores, intentará acercarnos a una respuesta a tal interrogante.

Darío continúa con su exposición explicando que la antigua forma de concebir este vínculo niega la posibilidad de la amistad entre los participantes, ya que entre amigos la relación es horizontal, mientras que docentes y alumnos se relacionan en forma vertical. En el siglo pasado la verticalidad en esta relación era considerada una característica positiva. En esta concepción los alumnos son los que “reciben” el conocimiento que tienen los maestros. Los alumnos son “iluminados” con el conocimiento de los docentes y cuanto más conceptos logren acumular, mejor será el resultado del aprendizaje.

La amistad, en contrapunto, nos remite a una relación emotivo – afectiva, que se ve reflejada en las acciones de la Directora al comienzo nombrada.

Entre las distintas definiciones que caracterizan a este vínculo encontramos a Platón que presenta la relación docente como una relación de amor. Por otra parte Aristóteles considera que la confianza, rasgo característico de la amistad, es fundamental para lograr la apertura del alumno ante lo que el docente le otorgue, haciendo posible la transferencia y la circulación del saber.   En definitiva, sin confianza no hay práctica docente.  Sin embargo participamos de una idea de amistad, que no coincide con lo que esperamos de la docencia.

Problematizar la idea de amistad  implica encontrar múltiples perspectivas. Para lo que Darío Sztajnszrajber hace un recorrido por diferentes filósofos y pensadores.

Aristóteles fue el primer pensador que realizó un trabajo sobre este tema y escribió “un amigo es como otro yo”, significa que ese otro es alguien que se parece a mí, que tiene algo en común. Está relación se caracterizaría por la reciprocidad, la semejanza y la confianza.  

Nietzsche, cuestionando a Aristóteles, plantea: “… si entre dos amigos hay un proyecto en común, pregunto: ¿Quién se asemeja a quién?, ¿no hay en toda semejanza una relación asimétrica?... ¿no hay alguien que impone su categoría sobre el otro?..¿Quién impone el proyecto en común?”.  Finalmente define a la amistad como un don,  algo que se da, sin esperar recibir nada a cambio.  

Pero la mayoría de nosotros pensamos la amistad como una relación de intercambio de favores, una relación económica, en la se da para recibir, haciendo complejo pensar la amistad alejándose del paradigma de la reciprocidad.

¿Cómo podría pensarse lo planteado hasta el momento en relación a la Escuela?

El otro, es el alumno, que llega a la Escuela con una prioridad, con sus diferencias. El docente es el encargado de generar en los chicos su propia búsqueda para redefinirse. También cumplirá con la tarea de “inspirar” a sus alumnos. El uso de este término deja en evidencia que no se trata de dar algo para que vuelva, sino que genera en el otro algún tipo de apertura. Lo que provoca la inspiración producida por el docente hacia el alumno, es el efecto contrario al que se lograría con el paradigma del autoritarismo.  El maestro, con sus conocimientos debe darle importancia a forma en la que dispone los contenidos,  a como relaciona este conocimiento con el otro a través de la transferencia, como construye el conocimiento de ese otro que está pensando con él.

Otra teoría sobre la amistad es la de Epicuro, filósofo griego conocido como el pensador del hedonismo, a partir de la que plantea una metáfora que compara a la existencia con un viaje, un camino hacia la nada. “En ese viaje, de casualidad, hay otro compartiendo el mismo tramo de mi recorrido y ese compartir es lo más característico de una amistad”. Entre las tantas relaciones que nos pueden conectar a lo largo de la vida, existe la de los docentes y los alumnos, vinculo en el que no se eligen unos con otros. Este acontecimiento imprevisible, nos obliga a compartir un trecho que en algún momento vuelve a bifurcarse.

Nietzsche afirma “mi mejor amigo es mi peor enemigo”, queriendo decir con esto que cuanto más otro sea el otro con el que nos relacionamos, cuanto más diferente, cuanto más alejado, cuanto menos se asemeje,  ese “enemigo” por distinto, es el único que puede abrirnos una puerta para que nos repensemos a nosotros mismos.

Por último, retomando los conceptos expuestos por Darío, concluyo que en la actividad docente, sobre todo en el nivel inicial, es fundamental vincularnos con los alumnos desde la confianza y la reciprocidad.  Aunque no seamos semejantes, las diferencias son las que nos permitirán “inspirar”, generar algo en nuestros alumnos desde un vínculo de amor.
 

“Construimos un imaginario que nos estaqueo, que nos priva de la apertura infinita a la necesidad del otro”

 


 

 

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