En la conferencia “La docencia como figura de la amistad”,
organizada por Nuestra Escuela – Programa Nacional de Formación Permanente, en
el marco del III Encuentro Nacional de Capacitadores realizado en junio de 2014,
Darío Sztajnszrajber se pregunta sobre
el vínculo entre docentes y alumnos.
Este interrogante le surge como
consecuencia de la lectura de una nota publicada en uno de los diarios más importantes
del país, en la que se cuestionaba a una Directora de Nivel Secundario que
compartió la vuelta olímpica con los alumnos de quinto año de la Institución de
la que forma parte. En el artículo se plantea
una supuesta pérdida de límites y respeto entre los diferentes actores de esta relación.
Darío apela a las ideas que tiene
la mayoría de la gente sobre el vínculo entre docentes y alumnos, comparándolo con
el del médico y su paciente. En cualquiera de los dos casos antes mencionados,
se trata de una relación en la que uno de los participantes posee un lugar de hegemonía sobre otro
considerado más débil, y en la que se supondría no podrían incluirse el afecto,
la emoción y la amistad.
El alumno para el docente es “otro”
constituido desde un lugar de poder. Estos
actores se relacionan en un lugar extraño y propio: el aula. Es el docente el que ejerce poder sobre el
otro porque es considerado una autoridad, con la facultad de evaluar.
Como consecuencia de la noticia
publicada a la que se refiere el filósofo en el comienzo de la charla, el
periodismo se encargó de difundir la siguiente pregunta: “¿Un docente puede ser amigo de sus alumnos?”
A lo largo de la conferencia, y
pasando por distintos autores, intentará acercarnos a una respuesta a tal
interrogante.
Darío continúa con su exposición explicando
que la antigua forma de concebir este vínculo niega la posibilidad de la amistad
entre los participantes, ya que entre amigos la relación es horizontal,
mientras que docentes y alumnos se relacionan en forma vertical. En el siglo
pasado la verticalidad en esta relación era considerada una característica positiva.
En esta concepción los alumnos son los que “reciben” el conocimiento que tienen
los maestros. Los alumnos son “iluminados” con el conocimiento de los docentes
y cuanto más conceptos logren acumular, mejor será el resultado del aprendizaje.
La amistad, en contrapunto, nos
remite a una relación emotivo – afectiva, que se ve reflejada en las acciones
de la Directora al comienzo nombrada.
Entre las distintas definiciones
que caracterizan a este vínculo encontramos a Platón que presenta la relación docente
como una relación de amor. Por otra parte Aristóteles considera que la
confianza, rasgo característico de la amistad, es fundamental para lograr la
apertura del alumno ante lo que el docente le otorgue, haciendo posible la
transferencia y la circulación del saber. En definitiva,
sin confianza no hay práctica docente. Sin embargo participamos de una idea de
amistad, que no coincide con lo que esperamos de la docencia.
Problematizar la idea de amistad implica encontrar múltiples perspectivas. Para
lo que Darío Sztajnszrajber hace un recorrido por diferentes filósofos y
pensadores.
Aristóteles fue el primer
pensador que realizó un trabajo sobre este tema y escribió “un amigo es como otro yo”, significa que
ese otro es alguien que se parece a mí, que tiene algo en común. Está relación se
caracterizaría por la reciprocidad, la semejanza y la confianza.
Nietzsche, cuestionando a Aristóteles,
plantea: “… si entre dos amigos hay un
proyecto en común, pregunto: ¿Quién se asemeja a quién?, ¿no hay en toda
semejanza una relación asimétrica?... ¿no hay alguien que impone su categoría sobre
el otro?..¿Quién impone el proyecto en común?”. Finalmente define a la amistad como un
don, algo que se da, sin esperar recibir
nada a cambio.
Pero la mayoría de nosotros
pensamos la amistad como una relación de intercambio de favores, una relación económica,
en la se da para recibir, haciendo complejo pensar la amistad alejándose del
paradigma de la reciprocidad.
¿Cómo podría pensarse lo planteado hasta el momento en relación a la
Escuela?
El otro, es el alumno, que llega
a la Escuela con una prioridad, con sus diferencias. El docente es el encargado
de generar en los chicos su propia búsqueda para redefinirse. También cumplirá con
la tarea de “inspirar” a sus alumnos. El uso de este término deja en evidencia
que no se trata de dar algo para que vuelva, sino que genera en el otro algún tipo
de apertura. Lo que provoca la inspiración producida por el docente hacia el
alumno, es el efecto contrario al que se lograría con el paradigma del
autoritarismo. El maestro, con sus
conocimientos debe darle importancia a forma en la que dispone los
contenidos, a como relaciona este conocimiento
con el otro a través de la transferencia, como construye el conocimiento de ese
otro que está pensando con él.
Otra teoría sobre la amistad es
la de Epicuro, filósofo griego conocido como el pensador del hedonismo, a
partir de la que plantea una metáfora que compara a la existencia con un viaje,
un camino hacia la nada. “En ese viaje,
de casualidad, hay otro compartiendo el mismo tramo de mi recorrido y ese compartir
es lo más característico de una amistad”. Entre las tantas relaciones que
nos pueden conectar a lo largo de la vida, existe la de los docentes y los alumnos,
vinculo en el que no se eligen unos con otros. Este acontecimiento
imprevisible, nos obliga a compartir un trecho que en algún momento vuelve a
bifurcarse.
Nietzsche afirma “mi mejor amigo es mi peor enemigo”, queriendo
decir con esto que cuanto más otro sea el otro con el que nos relacionamos,
cuanto más diferente, cuanto más alejado, cuanto menos se asemeje, ese “enemigo” por distinto, es el único que puede
abrirnos una puerta para que nos repensemos a nosotros mismos.
Por último, retomando los
conceptos expuestos por Darío, concluyo que en la actividad docente, sobre todo
en el nivel inicial, es fundamental vincularnos con los alumnos desde la
confianza y la reciprocidad. Aunque no
seamos semejantes, las diferencias son las que nos permitirán “inspirar”,
generar algo en nuestros alumnos desde un vínculo de amor.
“Construimos un imaginario que nos estaqueo, que nos priva de la
apertura infinita a la necesidad del otro”
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